20 ago 2011


Tour alpino agosto 2011: Italia, Austria, Alemania, Francia
Texto: Marlies Campi  Fotos: A.Pereda, A.Ibáñez

Venecia, “la ciudad prometida”
El año pasado habíamos prometido a una amiga que la llevaríamos (volando, por supuesto)  a Venecia. Asi que ahí estábamos en ruta a nuestro primer destino, dispuestos  a cumplir nuestra promesa.
Tras cruzar los Alpes de Haute Provence y hacer escala en Speziana, un campo de vuelo situado en el centro de la gran llanura del norte de Italia, en una mañana de brumas debido al intenso calor que está azotando Europa en este mes de agosto, ponemos rumbo a Venecia.
El singular aeropuerto de Venecia Lido (LIPV) se encuentra dentro del CTR del aeropuerto internacional de Venecia Tessera, en el TMA de Padova, dentro de un enorme zona controlada  que incluye las bases militares de Aviano, Rivolto y Treviso. La navegación en esta zona está sujeta a limitaciones de altitud y de ruta. Contactamos con Padova Información antes de alcanzar el punto Rovigo, y nos autorizan directos al VOR/NDB de Chioggia a máximo 3000 ft. Nuestra navegación transcurre por la inmensa llanura salpicada de ríos y pequeñas lagunas que se van haciendo más numerosas y extensas a medida que nos acercamos al mar. Sobre CHI contactamos con Venecia APP  que nos autoriza a virar 90º a la izquierda y proseguir por la línea de costa.  Sobrevolamos el puerto de Chioggia y a continuación el estrecho brazo de tierra en el que apenas queda un palmo de terreno sin edificar. Las playas están forradas de casetas de baño, parasoles y tumbonas y como es fin de semana y hace un sol de justicia, hay muchos bañistas (mejor no pensar en un aterrizaje de emergencia!).
A lo lejos a nuestras 11 se empieza a divisar la ciudad de Venecia. En el punto Porto di Malamocco nos pasan con el AFIS de Venecia Lido que nos autoriza directos a final de la 06. Que espectáculo tan maravilloso se abre ante nuestros ojos: la torre del Campanile, el palacio Ducal,  la isla de Santa Elena, el Gran Canal, las playas del Lido, el Adriático a nuestra derecha, y  hacia el Norte, emergiendo de las brumas,  los majestuosos Alpes de las Dolomitas.
El edificio de la terminal de Venecia Lido es una joya del art déco italiano. Hace pocos años que ha sido totalmente restaurado respetando al máximo el estilo de la época. El mobiliario,  gran parte del cual es original, la decoración, los detalles, todo está hecho con un gusto exquisito y siempre manteniendo el estilo art déco. En la sala central hay unos bellísimos murales con motivos aeronáuticos realizados según la estética de los años 20-30 del siglo pasado. El elegante  bar-restaurante tiene una amplia terraza con vistas directas a la pista. En el aeropuerto hay una agencia de viajes, una sala para preparar los vuelos con ordenador y acceso a internet. Una preciosa bicicleta de paseo de color azul cielo nos recuerda que podemos alquilar una para recorrer la isla. Frente a la entrada misma del aeropuerto hay un embarcadero conectado a la red de canales. Tiene que ser tremendamente glamuroso que te vengan a recoger al aeropuerto en una de esas elegantes lanchas italianas.
Pero dejemos el glamur y volvamos a la realidad. Un paseo de 15 minutos nos acerca al pequeño camping San Nicoló, situado en la punta más septentrional de la isla. Es un remanso de paz y eso que en “ferragosto” no hay apenas una plaza libre para poner la tienda. Tras instalarnos nos vamos rápidamente a la estación marítima para tomar un “vaporetto” que nos lleve a Venecia.
El viaje en vaporetto permite disfrutar del paisaje y tener una perspectiva diferente de Venecia, observar el aparente caos de tráfico de barcos, cruceros, lanchas motoras y barquitos que hay en la laguna, que parece que tengan que chocar a cada momento, o contemplar las escenas de la vida cotidiana en las calles y las casas que desfilan ante nuestra mirada. Nos bajamos frente al Puente de los Suspiros y empezamos la visita de la ciudad paseando por la Piazza San Marco con el Palazzo Ducale y el Duomo, atravesamos por estrechas callejuelas hasta desembocar en el puente de Rialto. Venecia es una ciudad de contrastes, una mezcla de un cuento de las 1001 noches y del neorrealismo italiano de la posguerra.   Podemos admirar un suntuoso palacete junto al Gran Canal y accediendo a la callejuela de la parte posterior, toparnos de frente con la ropa tendida bajo las ventanas, la fachada sucia y desconchada por la humedad y escuchar una airosa discusión en italiano surgiendo de una ventana abierta.  
Los precios son endiabladamente caros, tanto que, tras 3 intentos de tomar una copa, y tres chascos tras ver los precios de la carta, nos volvemos a Lido donde a pesar del turismo y de la proximidad con Venecia, los precios son aceptables.
Al día siguiente nos alquilamos unas bicicletas, un medio de locomoción ideal para esta zona tan llana,  con las que exploraremos todos los rincones de la isla de Lido y que nos proporcionan una sensación de vacaciones total.  Las playas que  ocupan toda la parte Este de la isla,  están muy “urbanizadas” para nuestro gusto. Todas disponen de dos  o tres filas paralelas de casetas de baño en las que la gente pasa todo el día, se lleva la comida, guarda las tumbonas, las toallas. Algunas playas son privadas, hay que pagar entrada y disponen de duchas, WC’s, restaurantes. Por fin encontramos una amplia playa en la parte central de la isla donde pasaremos unas agradables horas de baño, sol y picnic.
La isla de Lido es una zona de veraneo muy querida por los italianos.  Muchos vienen con el ferry o el vaporetto a pasar el día en la playa. Hay elegantes casas y torres de principios de siglo, muy bien cuidadas y restauradas, rodeadas de frondosos jardines,  así como magníficos hoteles con ese estilo de líneas orientales tan típico de Venecia y que la hacen única.

A Austria atravesando las Dolomitas
Tras dos días en Venecia ponemos rumbo Norte para cambiar de paisaje, de país y de idioma.
Nuestro objetivo es hacer una parada en Belluno para comer, repostar y abrir el plan de vuelo con destino a Zell am See en el corazón de  Austria. La ruta desde la isla de Lido nos obliga a evitar  el CTR  de Venecia y las bases militares dando un rodeo primero por línea de costa hasta el punto Caorle, luego viraremos a rumbo 350º para seguir hasta los puntos de Portogruaro y Sesto al Reghena. Alcanzado este último viraremos al Oeste para proseguir por la ruta de Pozzo, Fontanelle, Conegliano y después podremos virar nuevamente al Norte para despedirnos de Treviso APP antes de entrar en las montañas por el Lago Santa Croce donde la señal de radio empieza a perderse. Una vez libres del control ATC ponemos rumbo al precioso aeródromo de Belluno (LIDB), situado a los pies del Parque Nacional de las Dolomitas Belunenses.
La pista presenta un aspecto inmejorable con la hierba fresca y verde, recién cortada. Hay aviones haciendo tomas y despegues y los pilotos de vuelo a vela se están preparando para salir con las primeras térmicas del mediodía que ya se están formando sobre el relieve.

Saludamos a los amigos pilotos de montaña del Aeroclub de Belluno y nos instalamos en la terraza de la pequeña cabaña de madera del aeroclub. Después de comer algo de picnic, preparamos el vuelo a través de las montañas hasta el corazón de Austria. Pondremos rumbo Norte sobrevolando el lago de Cadore para entrar a Austria por Lienz a los pies del Grossglockner.

Cuando despegamos las nubes ya han crecido considerablemente y hacia el Norte, justo hacia donde nos dirigimos, parecen más compactas. Vamos ganando altura por el valle que atraviesa esta zona de las Dolomitas. Las montañas son de una belleza extrema, no podemos apartar la mirada de estas mágicas formaciones rocosas que reciben su nombre del mineral de dolomita que las hace tan características.


Zell am See, una joya entre lagos y montañas
Tras pasar la frontera por la zona de Lienz-Nikolsdorf, donde hay un pequeño aeródromo, tenemos que cruzar todavía la inmensa barrera montañosa de los Hohe Tauern antes de poder descender hacia Zell am See. Las nubes de desarrollo ocultan casi por completo las cimas y, a pesar de la carta OACI y del GPS, resulta difícil saber cual es el valle adecuado para proseguir el vuelo y cual el collado para pasar al otro lado de la cadena montañosa. Mientras Alfonso y Muri con su Savanah se van por la zona oeste, nosotros probamos suerte por el lado este. Al final las dos tripulaciones encontramos amplios claros por los cuales pasar y al otro lado de los Hohe Tauern brilla el sol.  Como pasa muchas veces cuando vuelas en alta montaña y hay nubes convectivas, hasta que no te acercas a la zona que deseas franquear, no ves realmente si se puede pasar o bien si el paso está bloqueado, porque de lejos las nubes te impiden ver la zona con claridad.

En Zell am See (LOZS) la meteo es estupenda, hay varios motoveleros, ultraligeros y avionetas volando por la zona. Este pequeño aeródromo es uno de mis destinos preferidos porque está situado en una de las zonas más bonitas del centro de Austria, junto al lago Zeller y rodeado de picos y glaciares. Sus instalaciones son impecables y el personal (con tan sólo dos personas se da servicio AFIS, se lleva la administración y se gestiona todo el aeródromo) atiende a los clientes con profesionalidad, eficacia y simpatía. Tras recoger las bicicletas que habíamos reservado por teléfono, nos ponemos en camino hacia nuestro hogar durante los próximos días.
En unos 5 min llegamos a nuestro alojamiento en una tranquila zona residencial. Nuestro apartamento está en el primer piso de una típica casa de arquitectura tradicional de Austria. Como ya son más de las 19h30, y aquí los horarios son centroeuropeos, cogemos las bicicletas y siguiendo el carril bici nos vamos hasta Zell am See a orillas del lago.  Es un paseo de unos 20 min con pendientes muy suaves y el carril está perfectamente señalizado, no hay pérdida. Después de cenar en un restaurante tradicional y de pasear por el centro, regresamos tranquilamente a casa con noche cerrada. Nos esperan unos mullidos edredones de plumón, y es que estamos en los Alpes donde incluso las noches de verano son frescas.

Al día siguiente dejamos descansar los aviones y nos vamos de excursión con las bicicletas. Tomaremos la ruta que rodea todo el lago y como hace un tiempo magnífico, pararemos en una de las zonas de baño para comer algo y nadar un poco. La ruta es bastante suave con pocos desniveles. Nos vamos cruzando con otros ciclistas, también con gente que pasea, patina o va a caballo. Alcanzando la zona norte del lago nos paramos en una de las numerosas zonas de baño que hay preparadas. El agua está a una temperatura estupenda, seguramente debido a las altas temperaturas que azotan Europa desde hace ya unas semanas. Mientras tomamos el sol tumbados en la hierba no paramos de oír a los aviones que van y vienen del aeródromo.  Por la tarde, después de una buena siesta, nos vamos con las bicis al vecino pueblo de Kaprun, conocido por su estación de esquí. Antes de regresar al apartamento nos tomamos una cerveza en un hotel con más de 100 años de antigüedad. Uno de sus salones conserva aún el mobiliario original de la época con plafones de roble y trofeos de caza en sus paredes.

Sólo llevamos un día sin volar y ya parece que nos falte algo.  Nos encontramos no muy lejos de Innsbruck y de la frontera con Alemania, por lo que decidimos darnos un paseo aéreo por la zona fronteriza para visitar los aeródromos de Kempten y Tannheim.  Entre Austria y Alemania no hace falta hacer plan de vuelo en VFR así que nos subimos a los aviones y nos vamos.
Saliendo de Zell am See seguimos por el valle del Salzach, luego viraremos a rumbo norte hasta rodear el TMA de Innsbruck por el este y adentrarnos en territorio alemán sobrevolando el lago Achen.  Pasaremos junto a la  población de Garmisch-Partenkirchen y su gigantesco trampolín de saltos de esqui, y el pico de Zugspitze que con sus 9718 pies es el más alto de Alemania. En cuanto salimos de las montañas encontraremos a nuestra derecha el castillo de Neuschwanstein, quizá el más famoso de los que mandó construir Luis II de Baviera durante su reinado.

En la región alemana del Allgäu encontramos el aeródromo de Kempten-Dürach (EDMK) con dos largas pistas de hierba, bar-restaurante, gasolina, internet. El  centro del pueblo de Durach está literalmente enganchado al aeródromo.
Al día siguiente paramos en Tannheim (EDMT) donde  se encuentran en plena vorágine de los preparativos de una nueva edición del festival y feria aeronáutica de Tannkosh que acoge cada año a más de 1300 aeronaves y 15000 visitantes. Este aeródromo pertenece a la familia Dolderer, una estirpe de pilotos entre los que destaca Matthias Dolderer, uno de los pilotos de la Red Bull Air Race.

Regreso a las montañas
A las 05:00 UTC despegamos de Tannheim y tras contactar con Munich Información para activar el plan de vuelo que presentamos la noche anterior, ponemos rumbo al oeste.  Hay una densa bruma y algunos bancos de niebla que junto con la monotonía del paisaje en esta zona del sur de Alemania, nos producen un sopor tremendo. Menos mal que de vez en cuando se escucha alguna comunicación con Munich para romper el silencio.  Hasta que no alcanzamos la zona fronteriza con Francia y Suiza el paisaje es bastante insulso y desde el aire todo se parece.
Nos dirigimos al aeródromo de Mulhouse-Habsheim (LFGB) para repostar antes de regresar nuevamente a los Alpes.  Hay que descender a 1000 ft AGL para no toparse con uno de los numerosos “ballenatos” que van al aeropuerto internacional de Basilea que queda a menos de 10 millas. Mulhouse-Habsheim había sido un aeródromo militar pero con la marcha de los militares muchos edificios han quedado abandonados, con los cristales rotos y con pintadas. Tiene un aspecto desangelado y una vez en tierra es bastante complicado aclararse para rodar porque no hay marcas en el suelo y las altas hierbas impiden distinguir la rodadura  de  las  pistas de hierba. Aunque encontramos a unos amigos pilotos franceses que nos hacen la corta estancia más agradable, tenemos ganas de salir de allí cuanto antes.

Despegamos de LFGB y ponemos rumbo al Mont Blanc. Tras sobrevolar el lago de Neuchâtel, nos adentramos en los Alpes dejando la zona de Les Diablerets a nuestra izquierda. Pasado Bex ya se divisa con claridad el acceso al valle de Chamonix y el macizo de Mont Blanc. En cuanto alcanzamos el macizo, aprovechamos para sobrevolar lo que queda de los glaciares. El paisaje es sobrecogedor y el mal estado de conservación de los glaciares alpinos, que hace tan sólo unas décadas llegaban casi al fondo del valle de Chamonix, es precoupante. En la frecuencia de vuelo de montaña se escuchan otras aeronaves volando por la zona siendo la Aigüille de Midi y el glaciar de la Mer de Glace una de las más concurridas, sobre todo por los aviones de la empresa de vuelos turísticos con base en Megève.

Nuestra plan es pasar la noche en la pista de montaña de Saint Roch, situada a  5500 ft  pero antes y muy a nuestro pesar, debemos perder toda la valiosa altura que habíamos ganado durante la travesía del Mont Blanc, y aterrizar en el aeródromo de Sallanches (LFHZ), situado justo debajo pero a tan solo 1755 ft, para repostar. El calor en el fondo del valle es infernal. Repostamos aeronaves y pilotos y despegamos para subir casi en espiral a Saint Roch donde la temperatura es  mucho más agradable. Esta etapa ya es fija en nuestros viajes, no podemos dejar de visitarla. La pista de hierba con su  tradicional chalet de madera es un mirador privilegiado del Mont Blanc. Es probablemente una de las pistas de montaña más bonitas que hay. La cena a base de platos típicos montañeses de la  Alta Saboya, que se termina con una tabla de quesos de la región, por si ha quedado algún hueco, es como siempre rica y abundante. Para hacer bajar la cena nos tomamos un licor de Genepy y  con la luna que ilumina las cumbres nevadas del Mont Blanc, nos vamos a nuestras tiendas de campaña. Bonne nuit!

L’Arpette, última etapa
El último día de nuestro viaje lo pasaremos en l’Arpette, una pista de montaña privada que parece sacada de un cuento de Heidi con su pista de hierba y su pequeño chalet de madera.  Disfrutando de la tranquilidad y  de las magníficas vistas  que nos ofrece este lugar único situado a casi 1900 m, decimos adiós a nuestra particular aventura aeronáutica por el centro del continente.